Javier Milei en la cena de Olivos — Presidencia

En el asado al que convocó Karina Milei en el quincho de la Quinta de Olivos, su hermano Javier tomó la palabra y habló de un "scrum". El Presidente usó esa formación rugbística, en la que un grupo coordinado y entrelazado de ocho jugadores resiste el empuje de otro idéntico en dirección opuesta, para definir lo que verdaderamente se estaba celebrando el martes por la noche. No era haberle sacado 15 mil pesos del bolsillo a jubilados y jubiladas, sino la creación de un tercio sólido en la Cámara de Diputados para bloquear, según la retórica presidencial, intentos "desestabilizadores". Hace unas semanas, en una de las reuniones de esa mesa chica ampliada que empezó a convocar Milei para asomar la nariz fuera del triángulo de hierro que integra con su hermana y el enfant terrible Santiago Caputo, fue Patricia Bullrich la que sugirió hacer las concesiones necesarias para garantizarse ese tercio. Así, le dijo la ministra de Seguridad, no solo podría vetar todo proyecto incómodo para su plan libertario, sino también mostrarle al poder real que el mando está en la Casa Rosada y no en el Congreso. A tal punto la escuchó el jefe de Estado que hasta se animó a recibir a los cinco diputados de la UCR que la propia Bullrich le amansó y le sirvió en bandeja. Hasta posó para una selfie con los enviados de la tribu que más odio le activa en las vísceras, el radicalismo. Lo que tiene ahora el pragmático Milei es un escudo parlamentario, una guardia de hierro. O, más literal aún, un tercio de hierro.

El tercio de hierro.

La primera movida para construir ese muro contra los degenerados fiscales fue recuperar las tres bancas del bloque que armó Carolina Píparo cuando supo que no iba a quedar al frente de la Anses, como le habían prometido en la campaña. Esa incorporación se oficializó hace unos días y dejó a La Libertad Avanza (LLA) en 39 bancas. Sin formalizar interbloque, hasta ahora el MID del expatriado Oscar Zago ha votado, sin fisuras, con el oficialismo. Con esta fidelidad, la cuenta asciende a 42. El PRO, incluso atravesado por la furiosa interna entre Bullrich y Mauricio Macri, ha mostrado constancia y unidad en Diputados para bancar lo que quiere el Ejecutivo, más allá de casos puntuales, como la votación del DNU de fondos reservados para la SIDE, un gusto que se dio el ex presidente para molestar a Caputo. En la cuenta de Milei, del bloque amarillo hay 37 voluntades confiables. La única excepción es el larretista Álvaro González. La cuenta, hasta acá, da 79. Al tercio de hierro aún le faltan siete bancas. Pero están.

Los refuerzos y el banco de suplentes.

Si hay un gobernador que lo ha dado todo para ganarse el afecto de la Casa Rosada ha sido el tucumano Osvaldo Jaldo, responsable de la única fractura oficial en el detonado Unión por la Patria (UxP), creando el bloque provincial más dependiente del humor presidencial, al que paradójicamente bautizó como "Independencia". Son tres votos que tanto el joven Caputo como el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, cuentan como propios. Si a estos se suman los cinco radicales de la selfie con el Presidente, Mariano Campero, Martín Arjol, Luis Picat, Pablo Cervi y Federico Tournier, el tercio de hierro estaría sobrado: 87. Si se necesitaran refuerzos, el Gobierno tiene a mano a la tucumana Paula Amodeo y las sanjuaninas María Moreno y Nancy Picón Martínez (todas comensales de Olivos este martes). Con ellas, está arriba de 90. 

Fueron cinco; podían ser ocho.

Además de los cinco que fueron a la Rosada para después cambiar su voto en la ley jubilatoria, en la UCR los dispuestos a bancarle la parada cuando sea necesario podrían ser más. "Si el Gobierno hubiera necesitado más votos para el veto, los hubiera encontrado", dijo el diputado Pablo Juliano (UCR), confirmando la información publicada la semana pasada en Corta. Juliano, mano derecha de Facundo Manes (UCR), no los nombró. Pero están identificados: son Pamela Verasay y Lisandro Nieri, de Mendoza, y la cordobesa Soledad Carrizo. Un grupo que responden a los deseos del gobernador mendocino, Alfredo Cornejo, un cruzado libertario en la interna radical.

Se dobló y se quebró.

La reunión del bloque radical del martes fue un escándalo que no pasó a mayores porque, cuando la temperatura subía, las facciones de Manes y Evolución, la línea interna referenciada en Martín Lousteau y Emiliano Yacobitti, se fueron. La bronca la concentró la figura de Rodrigo de Loredo. El presidente de la bancada se había negado a dejar afuera de la reunión a los cinco de la selfie y había rechazado que se los saque del grupo de Whatsapp. Al clima tenso le sumó un apuro por resolver la cumbre, porque perdía su avión. Según contaron desde las filas rebeldes, fue el cordobés el que intentó forzar una votación. La propuesta fue que, cuando una mayoría del bloque resuelva votar de un determinado modo, los demás deberían acatar esa posición. Unidad a la fuerza. Si bien la oferta era inaceptable, dicen que cuando se la puso a consideración no habían ni diez diputados presentes. Es decir, ni un tercio del total del bloque. Tampoco la había cuando se emitió el comunicado del bloque, cuestionado públicamente por algunos miembros de la bancada, como Fernando Carbajal o Danya Tavela. 

A la guerra, pero no ahora.

Lo que quedó ahora es una guerra de comunicados: Lousteau emite desde las publicaciones del Comité Nacional, Manes desde las de la Convención Nacional -que preside su hermano- y la línea Cornejo-De Loredo -a la que hay que sumar al gobernador de Corrientes, Gustavo Valdés- desde la cuenta de Twitter del bloque. Eso se traduce en una convivencia imposible en Diputados. Todos los sectores rechazaron la posibilidad de irse del bloque, pero nadie explica cómo van a hacer para que la próxima reunión no termine con sillas volando por el aire. El desgaste interno de De Loredo es innegable y la tentación de pelearle el cargo atraviesa a las filas más refractarias a su conducción. Pero tienen un problema los que fantasean con un golpe de Estado interno: no tienen un reemplazante. Habría que apostar a un aspirante ecuménico, que no milite en ninguna de las facciones, y con experiencia, como Mario Barletta. O construir una figura neutra que, hoy, no existe. Igualmente, ya no es una cuestión solo de nombres. "Empezó una guerra interna, a cara descubierta", blanquean en el bloque radical. 

La ausencia de Los seis de Astiz.

Ninguno de los seis diputados y diputadas de LLA que visitaron a un grupo de genocidas presos en el penal de Ezeiza se presentó en el plenario de las comisiones de Asuntos Constitucionales y de Peticiones, Poderes y Reglamento al que los habían citado. Cinco presentaron escritos. Beltrán Benedit, señalado unánimemente como el organizador del viaje, ni siquiera eso. Del resto, Rocío Bonacci y Lourdes Arrieta se excusaron con la misma versión que sostuvieron en público: que las llevaron engañadas y, en el caso de la santafesina, que al enterarse de cuál era el objetivo ni siquiera participó del encuentro. Otros dos, Guillermo Montenegro y María Fernanda Araujo, firmaron el mismo texto, en el que sostienen que "el recorrido estuvo destinado a observar de primera mano las condiciones de las instalaciones del centro penitenciario" y reafirman sus convicciones democráticas. Pero es llamativo lo que dejó en su escrito Alida Ferreyra. Dice que fue en su condición de abogada y por "motivos humanitarios". Pero sumó otra razón: dijo que fue "como receptora de inquietudes políticas y de proyectos de distintos sectores de la sociedad". Esta explicación alienta lo que ya se confirmó por los chats publicados en las denuncias de "Lulú" Arrieta: al menos un sector del oficialismo milita por la libertad de represores condenados por delitos de lesa humanidad.

¿Y ahora?

Parece difícil llegar a un acuerdo entre los distintos espacios para resolver el caso de Los seis de Astiz. El dictamen de UxP planteará una investigación del caso en el marco de la comisión de Asuntos Constitucionales; también hay un dictamen del PRO rechazando las sanciones y la investigación, que probablemente suscriba LLA; mientras que en la UCR se inclinan por algún tipo de sanción, que por ahora no está claro cuál sería. La falta de acuerdo en las comisiones tiene un correlato natural: falta de acuerdo en el recinto. Por lo que, si no surge un acuerdo entre el peronismo y el dialoguismo, lo más probable es que el caso se cierre sin sanciones, ni nada. A lo sumo, un repudio. Y ya.

etiquetas
javier milei ucr