La resistencia transversal
21 de abril de 2024 - 10.50
21 de abril de 2024 - 10.50
El martes 23 de abril es la fecha fijada para la gran marcha universitaria federal con convocatoria amplia y expectativa de masividad. Al ritmo de esa fecha, el Gobierno, la oposición y lo que hay en el medio de esos dos conceptos mueven sus fichas.
La magnitud de la marcha universitaria preocupa al Gobierno y envalentona a una oposición que dará su mayor muestra de transversalidad y apertura en lo que va del año. La agenda es incómoda para Milei, que intenta socavar la movilización y generar un desvío en los temas de discusión.
Si se trata de movilizaciones multitudinarias contra el Gobierno de Javier Milei se pueden identificar dos desde su asunción: el paro general de la CGT el 24 de enero y el Día de la Memoria el 24 de marzo.
El Gobierno anunció el jueves un supuesto acuerdo con las universidades para aumentar el presupuesto en el rubro de gastos de funcionamiento en un 140% entre marzo y mayo, con dos tandas de 70%. En la comunicación oficial, el Poder Ejecutivo informó que la propuesta había sido consensuada con el Consejo Interuniversitario Nacional, pero después fue el propio consejo el que negó haber formado parte de ese acuerdo y calificó la propuesta de insuficiente.
El origen del conflicto es la asignación a las universidades del mismo presupuesto que en 2023. Algo que, en términos reales, implica una fuerte caída por la inflación interanual de 288%. La propuesta del 140% de aumento contempla la mitad del dato inflacionario pero, además, se aplicaría sobre los gastos de funcionamiento, que representan solo el 5% del total de egresos que tienen las instituciones. Con lo cual, el aumento sería en realidad del 7% sobre el total una vez que se cumplan los dos tramos.
El anuncio fake fue un vano intento del Gobierno de sabotear la marcha del martes. En este caso, ni con la amenaza de una represión ni con estigmatización sobre los convocantes, sino con la creencia impuesta de que el motivo de origen del conflicto estaba ya solucionado, una narrativa que, sin quererlo, avala la tesis de que hay un problema real que motiva el conflicto.
El Gobierno se expone a dos cosas con esta maniobra: darles la razón a sus críticos en el reclamo y mostrar debilidad en la discusión. Si ambas consecuencias son el costo a pagar aceptado por Milei para intentar morigerar la posible convocatoria de la movilización, el oficialismo ve en esa marcha un potencial riesgo que va más allá del relato cotidiano.
La adhesión de la CGT y la preponderancia de la conducción radical de la UBA a la cabeza del llamado a marchar reflejan un abanico amplio para la postal del 23. Asistirán las universidades públicas pero también habrá nutridos grupos de integrantes de claustros de universidades privadas que ya adelantaron su participación. Habrá columnas de espacios que formaron parte de Juntos por el Cambio y también habrá una gruesa columna de la izquierda. Es la mayor muestra de transversalidad opositora desde que Milei es presidente.
Dos gestos públicos de los últimos días marcan la soledad del Gobierno en la materia.
El rector de la UBA, Ricardo Gelpi, pronunció ayer las palabras le dieron un aura de dramatismo a la jornada. Advirtió que la universidad podría "cerrar" si el Gobierno no envía los fondos solicitados. Si bien es difícil de imaginar que la cuerda pueda tensarse tanto hasta llegar a ese punto, la sola evocación de consecuencias posibles en el humor social interno y sus eventuales repercusiones internacionales si un evento como ese ocurriera da cuenta de la fragilidad de Milei en este debate.
Además del falso acuerdo, el presidente prepara una cadena nacional para mañana que se anticipará a la marcha con celebración de datos fiscales del primer trimestre del año. La construcción alternativa de agenda se impone como necesidad al Gobierno que el jueves tuvo un regalito: el aumento de dietas de los senadores y la posibilidad de abrir un nuevo frente de ataque contra la "casta política".