Congreso
Congreso — Foto: Télam

En la Cámara de Diputados faltan entre diez y doce votos para derogar el mega DNU desregulador de Javier Milei, el 70/23, y hay una lista que tiene identificados a esos diputados y diputadas que podrían sumarse para llegar a los 129 necesarios para sesionar y voltearlo. Con los focos iluminando ahora el Senado, donde se discute la ley bases y el paquete fiscal, del lado del Congreso que da a la avenida Rivadavia se iniciaron contactos subterráneos para explorar la posibilidad de ir contra el decreto. ¿Qué es lo que falta? Una ventana de oportunidad. Los 118 que hoy no dudarían en levantar la mano para la derogación no coinciden ni en el cuándo ni en el cómo. Uno de los diputados que participa de estas conversaciones cree que hubo una chance cuando llegaron las facturas de las prepagas de abril, pero el Gobierno la surfeó bien. Otro, menos optimista aún, recuerda que ni con la marcha federal universitaria se logró el quórum para una sesión que no podía ir más allá que un emplazamiento a comisiones para discutir proyectos para el financiamiento de las universidades o la reinstauración del Fondo Nacional de Incentivo Docente (Fonid). "Imaginate para voltear el DNU más denso de la historia", completa.

Están bien los 118. 

Los cálculos se basan en estos números: 99 bancas de Unión por la Patria (UxP), nueve radicales alineados con Facundo Manes, cinco del Frente de Izquierda (FIT), cuatro de Hacemos Coalición Federal (HCF) -los dos socialistas, Natalia de la Sota y Margarita Stolbizer, de quien dicen quedó políticamente "golpeada" por su juego con la ley bases- y el santacruceño Sergio Acevedo, quien define su voto sin consultarle al gobernador Claudio Vidal. Son 118 más o menos consolidados para el rechazo, pero con diferencias respecto de la estrategia. La balanza definitiva la podrían inclinar dos personas: Elisa Carrió y Emiliano Yacobitti. Si la Coalición Cívica y los siete radicales enrolados en Evolución se acoplan, sobrarían votos. Ni la mente más afiebrada imagina esa foto del recinto. Menos entusiastas, otros prefieren armar la playa de a poco, grano por grano de arena: un santacruceño más, algún misionero, un salteño enojado, el cordobés Juan Brugge (que no responde ni a Martín Llaryora ni a Juan Schiaretti). El número está cerca y, a la vez, lejísimos.

Estrategias. 

Entre los que trabajan tras bambalinas para derogar el mega DNU difieren en cuál es el mejor camino para voltearlo. Un sector cree que, hoy, no es el momento. Que si se reúne la Cámara en este contexto se exponen a una derrota con olor a herida mortal. "Falta clima en la calle para una jugada así", sostiene un experimentado del pasilleo de Diputados, que recuerda que La Libertad Avanza (LLA) viene de juntar casi 140 votos para privatizaciones y una reforma laboral. ¿Qué podría generar esa tormenta perfecta? "Que los tarifazos empiecen a pegar de verdad", arriesga uno de estos diputados. Para eso falta poco. De ahí a que se animen, el camino es largo. Del otro lado están los que creen que la ventana de oportunidad no se presenta sola, sino que hay que abrirla. En lo concreto: llamar a una sesión especial y pelear el quórum. "Hay que darle una señal a la sociedad, sea cual sea el resultado", opina un diputado que no integra los bloques mayoritarios. Por ahora, no se ponen de acuerdo.

La interna eterna. 

Detrás de este cálculo se juega la interna radical. El bloque de la UCR hoy contiene tres grandes expresiones, atadas con alambre oxidado. Por un lado, los más duros: los que más extrañan a Juntos por el Cambio, encabezados por los gobernadores Alfredo Cornejo (Mendoza) y Gustavo Valdés (Corrientes), representados por el presidente del bloque, Rodrigo de Loredo. Por otro, los de Manes: los que menos pruritos tienen a la hora de diferenciarse. Y, por último, los del sello Evolución, liderados por Yacobitti y Martín Lousteau, que se bandean entre los insultos de Milei y el miedo a la foto con el kirchnerismo. Esta semana estas diferencias quedaron expuestas en dos frases. Una de Cornejo, que dijo que no comprende "a los radicales que quieren que a Milei le vaya mal" porque "la otra alternativa es Cristina". La otra es de Manes: "Los mismos que ya fueron atrás del kirchnerismo y de Macri, ahora quieren ir detrás de Milei". Señalaba los saltos del mendocino de radical K a gendarme de la gobernabilidad del presidente. La llave para generar mayorías, para un lado o para el otro, la tiene Lousteau. Se animó a votar con el peronismo el rechazo al DNU en el Senado y lo pagó siendo el blanco del trolleo libertario durante días. Hoy no termina de definir qué hará con la ley bases, pero sus diputados acompañaron su sanción y apenas de diferenciaron en algunos títulos, los más conflictivos. Todo se dificulta más cuando el zoom se hace en el vínculo entre Lousteau y Manes: una guerra de egos que abre una brecha enorme para gestar cualquier tipo de coordinación.

La doble amenaza. 

A las decisiones de Cornejo las persiguen dos fantasmas: uno se llama Luis Petri y el otro Omar de Marchi. Sin reelección, el gobernador de Mendoza ve cada vez complicadas las posibilidades de definir su sucesión. Los números avalan su preocupación. En el ballotage de noviembre, Milei ganó Mendoza con el 71% de los votos y, en la provincia del malbec, el presidente tiene sus mejores números. La foto previa no aporta tranquilidad. En las PASO provinciales, Cornejo le ganó a Petri una interna ajustada, 60% contra 40%, y en las generales se impuso por apenas diez puntos contra De Marchi, hoy ya pintado de libertario y con despacho propio en Casa Rosada, como secretario de Relaciones Parlamentarias. Hay que mirar este cuadro para entender por qué Cornejo defiende a Milei con un fervor solo comparable al de Karina Milei o Santiago Caputo.

Ganancias y privatizaciones, en rojo. 

La idea inicial de llevar la ley bases y el paquete fiscal el próximo jueves al recinto del Senado empieza a desvanecerse. Ya no es solo el peronismo el que reclama más tiempo de debate, sino que hasta la UCR se lo pidió a José Rolandi, vicejefe de Gabinete, en una reunión que mantuvieron este martes. Pero al problema del cronograma se le suma uno peor para LLA: el de los votos. La restauración del impuesto a las ganancias para trabajadores en relación de dependencia hoy parece casi una utopía (salvo que acepten un piso diferencial para la Patagonia), están justitos con facultades delegadas y blanqueo y ahora se encendió una alarma por el capítulo de privatizaciones: un senador fueguino y radical, Pablo Blanco, adelantó que votará en contra ese parte del articulado. A él se podría sumar algún correligionario más. La gran incógnita sigue siendo Lousteau. En Diputados, Evolución acompañó en general y se diferencia en cuestiones puntuales, como Ganancias. En el debate en comisiones de la Cámara alta, el presidente del partido se endureció con el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI). Pero, hasta ahora, no adelantó qué hará cuando las leyes lleguen al recinto.