El presidente de bloque de la UCR en Diputados, Rodrigo De Loredo, uno de los protagonistas de la jornada. Foto de archivo.
El presidente de bloque de la UCR en Diputados, Rodrigo De Loredo, uno de los protagonistas de la jornada. Foto de archivo. — X (@rodrigodeloredo)

Dos grandes misterios atraviesan hoy la agenda nacional: cuántos perros viven en la Quinta de Olivos y por qué buena parte de la dirigencia política sigue definiendo sus movimientos de acuerdo a lo que hace o deja de hacer el kirchnerismo. Esto quedó reflejado por enésima vez ayer en la Cámara de Diputados, cuando por apenas cinco bancas no se alcanzó el quórum para una sesión en la que se iban a discutir, post marcha federal, proyectos para el financiamiento universitario, la restitución del Fondo Nacional de Incentivo Docente (Fonid) y varios dictámenes para modificar la fórmula de actualización previsional. Todo estuvo atravesado por la discusión de la Ley Bases: mientras los negociadores de la UCR y Hacemos Coalición Federal (HCF) peloteaban el articulado en la oficina de Martín Menem, se desentendieron de un recinto en el que se pretendía poner en debate, incluso, proyectos propios. Algunos de ellos le habían pedido al presidente de bloque de Unión por la Patria (UxP), Germán Martínez, dejar estos temas para después de sancionadas las leyes que quiere el Ejecutivo. "El kirchnerismo tenía el objetivo de politizar la marcha". Así explicó su ausencia Rodrigo De Loredo, presidente del bloque radical y exponente definitivo de esa dirigencia que baila todas las canciones al ritmo del peronismo.


Obsesión en baja. 

No es la primera vez que naufraga una sesión especial convocada por la oposición. El 13 de marzo quedaron a 11 bancas del quórum, por el boicot de los gobernadores y las inclemencias climáticas que suspendieron muchos vuelos. Ese día fueron cinco los diputados de la UCR que bajaron al recinto; ayer fueron 14. La sesión de marzo la había convocado HCF, el bloque que preside Miguel Pichetto; la de ayer, UxP. La obsesión antikirchnerista de De Loredo empieza a flaquear en la bancada que conduce. El miedo a salir en la foto con La Cámpora pierde eficacia, o al menos eso parece. "Decidimos que una comitiva baje a expresar nuestra posición", fue la explicación de De Loredo a la presencia de casi la mitad de su bloque en la sesión de este miércoles. Falso. Había entre ocho y diez diputados que sabían de antemano que iban a bajar. La presión de la calle llevó ese número a 14. Es más: la idea original del bloque peronista era sesionar el mismo martes, post movilización, a las 19. Se pasó para el miércoles por pedido de los radicales rebeldes.


En la puerta. 

"Le dejamos la ley en la puerta del recinto", se sinceró uno de los delegados de los bloques dialoguistas que negociaron la Ley Bases con Menem y el vicejefe de Gabinete, José Rolandi. "Ahora, la responsabilidad es del oficialismo", completó. El presidente de la Cámara de Diputados les avisó que iba a convocar a las comisiones para hoy y dictaminar lo que alguna vez fue un expediente ómnibus de 664 artículos y hoy se recortó a unos 300. Y que la comisión de Presupuesto hará lo propio con el paquete fiscal, que tramita en paralelo. El lunes arrancará en el recinto la sesión en la que buscarán la media sanción para ambos expedientes, pero aún no saben cuándo va a terminar. ¿De qué depende? Básicamente, de la muñeca de Menem. El peronismo hará lo que esté a su alcance para estirar todo lo más posible. Horas de cuestiones de privilegio antes del debate de las leyes, infinidad de oradores anotados y, cuando inicie la discusión en particular, otra tanda extensa de oradores. Si Menem no ordena ese proceso puede sufrir lo que ya sufrió en febrero, cuando se quedó sin sesión y sin Ley. Como suele decir un expresidente de la Cámara Baja, el recinto es muy "emocional". Si empiezan los gritos, los cruces, los cuestionamientos, el desorden, la sesión se puede ir al demonio. Y, con ella, la Ley. 


Traba en las bases. 

"Nene, ¿qué es esta porquería que me mandaste?". Pichetto miraba lo que le había enviado Menem y estaba absorto por la incredulidad. Tras semanas de negociaciones entre enviados del Ejecutivo y Oscar Agost Carreño, diputado de HCF y responsable de acordar las reformas a la ley laboral que se incorporará en la Ley Bases, el domingo por la noche el heredero de la dinastía riojana le reenvió lo que le había pasado el nuevo secretario de Trabajo, Julio Cordero, el abogado de Techint y la UIA que rechaza la reducción de la jornada laboral porque dice que atenta contra la amistad en el ámbito laboral. Lo que mandó Menem tenía 60 artículos y Pichetto le aclaró que eso no se lo iban a votar. Insistió el rionegrino con reducir todo a tres ítems, enfocados en -lo que entiende, servirá para- estimular la generación de empleo registrado: ampliación del período de prueba, eliminación de multas y sanciones para desalentar "la industria del juicio" y el fondo de cese "opcional" para reemplazar el actual sistema de indemnizaciones. Pichetto le dijo algo más a Menem: si insisten con incluir la eliminación de la cuota sindical, fuente de financiamiento de los sindicatos, la Ley se les va a caer en el Senado o, de mínima, volverá a Diputados serruchada. 
 


Un problema llamado Vidal. 

El boicot de los gobernadores volvió a verificarse en la sesión de ayer. No fueron los diputados que responden a los gobernadores de Córdoba, Salta, Misiones, Río Negro, Neuquén, Chubut, Entre Ríos y Tucumán. Solo un mandatario ordenó a los suyos dar quórum, el santacruceño Claudio Vidal. Más allá de los intentos del ministro del Interior, Guillermo Francos, por sostener activos los puentes con Río Gallegos, el (¿ex?) sindicalista petrolero está odiado con el Gobierno de Javier Milei. Razones le sobran. YPF levantó sus inversiones en pozos maduros, le congelaron los fondos chinos para las dos represas, le sacaron el Fonid, no le giran los recursos para cubrir el déficit de la caja jubilatoria y hasta le quieren encajar la mina de carbón de Río Turbio, mientras proyectan cambiarle la matriz a la central eléctrica de esa ciudad, pasando del carbón al gas. En Diputados su influencia es menor, porque tiene un bloque de dos diputados. Pero tiene la misma cantidad de senadores y ahí el número es significativo. La cuenta es simple: si se rebelan los santacruceños, entre UxP y los senadores de Vidal suman 35, lo que dejaría a la oposición dura a apenas dos votos de bloquear todo el paquete de leyes. 


Amenaza y abandono. 

Ayer hubo estado de reunión permanente en el despacho de Menem, con diputados del PRO, la UCR, HCF y Pamela Caletti, la salteña que preside Innovación Federal, el bloque que agrupa a los legisladores que responden a los gobernadores de Salta, Misiones y Río Negro. La cosa se empiojó cuando los radicales le plantearon al presidente de la Cámara baja que, si no incluían la reforma laboral que ellos planteaban, no les iban a votar la Ley. Dijeron eso y se fueron. Nadie les creyó. "Quiero verlo a De Loredo votando con el kirchnerismo", bromeó uno de los presentes. Ayer por la noche, el Gobierno mandó un nuevo borrador con los artículos a modificar de la legislación laboral, más cercano a lo que propone Pichetto. Aún resta que el rionegrino de el OK definitivo. 


La mano invisible del señor tabaco. 

El macrismo intentó instalar que sus representantes en esa reunión también se fueron, detrás de los radicales, por la falta de consenso en torno a la reforma laboral. Lo hizo a través de algunos comunicadores amigos, vía X (exTwitter). Pero los diputados del PRO se fueron cuando Caletti insistió, por vez número mil, con la inclusión en la Ley Bases del capítulo tabacalero que estaba en la Ley Ómnibus original. En el PRO están los principales operadores contra esos cambios en la industria del cigarrillo, cambios que boicotea desde les sombras el "señor del tabaco", Pablo Otero, dueño de Sarandí, la tabacalera que pasó mágicamente de tener el 3% del mercado a más de un tercio, beneficiado por fallos judiciales.