Victoria Villarruel en el estrado del Senado
Victoria Villarruel en el estrado del Senado — Senado

El oficialismo logró la semana pasada posponer la sesión del Senado en la que se esperaba que se comiera una serie de derrotas, mientras espera por la iniciativa opositora para insistir con la reforma jubilatoria pese al veto presidencial. 

Lo más importante.

El Gobierno atraviesa sus peores semanas en materia legislativa. Empieza a suceder algo que se preveía para después de la sanción de la Ley Bases: que los sectores dialoguistas comiencen a pararse de manos con agendas netamente opositoras.

La foto inicial.

El desafío de la administración de Javier Milei era, desde el inicio, pensar en una articulación efectiva de las relaciones parlamentarias con sectores principalmente ligados al ex Juntos por el Cambio. El número de arranque en el Congreso era de 40 sobre 257 (15%) en la Cámara de Diputados y 7 sobre 72 (10%) en el Senado. Bloques muy pequeños para un oficialismo.

La película.

Lejos de crecer, como era de esperarse, las incorporaciones y deserciones arrojaron un balance negativo a lo largo de estos 9 meses. 

  • Los 40 diputados se convirtieron en 37 producto de la salida de tres conducidos por el expresidente del bloque, Oscar Zago, las dos conducidas por Carolina Píparo y la expulsión de Lourdes Arrieta. Compensado por las incorporaciones de José Luis Espert, Florencia Klipauka y Álvaro Martínez. 
  • Los 7 senadores resultaron en 6 tras la expulsión del presidente de la bancada, Francisco Paoltroni.

La foto ahora.

En medio de este contexto, el nuevo multibloque conducido por Miguel Ángel Pichetto y la Unión Cívica Radical empiezan a endurecer posturas sobre exigencias que el Gobierno desoye. Los dialoguistas se animan a algo que, meses atrás, les generaba un costo político que no estaban dispuestos a afrontar: contrariar al presidente y exponerse a sus agresiones en Twitter.

La agenda. 

La vicepresidenta Victoria Villarruel logró el máximo acuerdo posible según el contexto con los espacios opositores accesibles en el Senado: postergar la sesión pedida por el peronismo y por Martín Lousteau en la que tenían los números para enterrar definitivamente el DNU que asigna 100 mil millones de pesos a la SIDE y sancionar la Ley de financiamiento universitario. Dos trompadas en la cara del Gobierno. Villarruel atinó por todos los medios a evitar ser la cara de esa derrota.

SIDE.

El DNU fue rechazado en Diputados con 156 votos contra 52, una mayoría imponente que los opositores esperar que se repita en el Senado. Se necesitan 37 adhesiones para asegurar su derogación y se cuenta, además de los 33 de Unión por la Patria y Martín Lousteau, principales impulsores de la sesión, con el probable voto de otros radicales como Pablo Blanco y Maximiliano Abad, con el de la senadora larretista Guadalupe Tagliaferri, del PRO, y con el de el propio Francisco Paoltroni, cuyo enfrentamiento con el asesor Santiago Caputo, presunto jefe político de la SIDE, es mayor al compromiso ideológico con el que asumió la banca. Sin contar los posibles votos de bloques provinciales, está claro que si la discusión se abre en el Senado, el de los 100 mil millones a los fondos reservados de la SIDE será el primer DNU en la historia argentina en ser rechazado por el Congreso.

Fondos universitarios.

El proyecto cuenta con media sanción de la Cámara de Diputados y apunta a instalar una fórmula de actualización de sueldos y gastos de funcionamiento de las universidades que asegure el poder adquisitivo de las instituciones. La iniciativa es del peronismo y el radicalismo (por lo que es muy difícil que el oficialismo logre bloquearla) y, si es sancionada, el Gobierno ya dejó trascender que también la vetará.

Boleta Única.

El único atisbo de victoria al que podía aspirar La Libertad Avanza en medio de esta avalancha de derrotas era sancionar el proyecto para reemplazar las boletas electorales de papel por la Boleta Única, de papel también. Es el resabio de una gran reforma política que incluía eliminar las PASO y reformar el sistema de elección a uno por circunscripciones uninominales. El Gobierno sólo logró un relativo consenso para la Boleta Única y aún así se le complicó. El principal desacuerdo es si se incluye al comienzo de la boleta una categoría de "lista completa".

  • Los bloques provinciales se oponen a este tramo porque evalúan que va a perjudicar a las candidaturas a diputados o senadores que no tengan candidatura presidencial anexa, algo que a veces atinan a hacer algunos gobernadores no alineados a nivel nacional.
  • La Unión Cívica Radical se opone a eliminar este tramo porque consideran que podrían perder incidencia en la votación de cargos legislativos frente a las fuerzas provinciales no alineadas.

El Gobierno necesita los votos de los dos sectores para aprobar el proyecto que tiene media sanción de Diputados desde 2022 y pronto perderá estado parlamentario si no se trata.

La sesión.

El momento en el que se complicó la aprobación de la Boleta Única fue el que terminó de decidir a Villarruel por postergar la sesión con un acuerdo con bloques dialoguistas y pese a las quejas peronistas. La alternativa era llamar a tratar solo el DNU de la SIDE y la Ley de fondos universitarios pero ahí sí hubiese sido una derrota lapidaria de la cuál ella hubiese sido la cara. La perspectiva ahora es que finalmente se pueda sesionar esta semana y le será difícil a la vice seguir procrastinando estas iniciativas.

Jubilaciones.

Mientras el Senado se muestra como una cámara más complicada para la gestión Milei, Diputados es el centro de la batalla para intentar bloquear la insistencia por la Ley que devuelve a los jubilados el 8,1% que perdieron en el empalme de fórmulas y que fue vetada por el presidente. El bloque de Miguel Ángel Pichetto es la clave de una posible salvada del Gobierno. Si la oposición logra reunir los dos tercios en ambas cámaras, será la primera vez en la historia que un Congreso anule un veto presidencial.

El diagnóstico. 

La intensa minoría oficialista y la agresividad de Milei con sus potenciales aliados, a quiénes acusó de ratas, provocan este clima de afrentas históricas de un Congreso para con un Poder Ejecutivo que todavía no logra una estrategia legislativa sólida y duradera y al que el golpe de efecto del nombramiento de Guillermo Francos como jefe de Gabinete le duró poco. Ahora hay más manotazos circunstanciales que un plan consistente.