Aval de Menem y Bornoroni para el encuentro con genocidas: la versión de una diputada libertaria

La diputada nacional de La Libertad Avanza Lourdes Arrieta aseguró hoy que le avergüenza la foto junto a los represores que se difundió ayer y apuntó contra otras figuras del oficialismo por organizar la visita. A su vez, denunció presiones por parte del Poder Ejecutivo para "que no hable" e hizo una denuncia "para saber quiénes son los responsables".

Por qué importa.

Arrieta fue una de las 6 legisladoras del oficialismo junto a Beltrán Benedit, Fernanda Araujo, Alida Ferreyra, Guillermo Montenegro y Rocío Bonacci que visitaron a represores condenados por delitos de lesa humanidad, entre ellos, Alfredo Astiz, Adolfo Donda y Raúl Guglielminetti.

La visita.

Arrieta aseguró que "le avergüenza la foto" e insistió con que "nadie le dijo que iban a visitar a Astiz", sino que el diputado Benedit le había explicado que "eran presos políticos que no tenían condenas" y que se trataba de "una visita humanitaria". En ese sentido, la diputada sostuvo que "fue en una combi oficial" y que "entiende que tenía un aval de la presidencia" del cuerpo que lidera Martín Menem, al igual que el del jefe del bloque oficialista en Diputados, Gabriel Bornoroni. "Aparentemente hubo dos visitas, escuché eso de oído", agregó en C5N.

Profundizá

Presiones y denuncia.

La diputada libertaria confesó que "se sintió presionada para no hablar hasta que explotó". "La presión venía por fuera del grupo de los diputados, era un NN (un desconocido) del entorno del ejecutivo que me decía que no hable". Sin embargo, Arrieta aseguró que "hizo la denuncia por la búsqueda de la verdad, para saber quiénes son los responsables y por qué nadie me dijo que íbamos a visitar a Astiz".

Los represores.

Luego de haber alegado que "no conocía a esos personajes porque nació en 1993", Arrieta sostuvo que "sí conocía la historia de Astiz", pero que "no reconoció su rostro y nadie le advirtió". Sin embargo, contó que el represor le dijo durante la visita que "sabía que ella iba a ir". "Me sentí un poco incómoda con Astiz, me dijo que me seguía. No me sacó la vista de encima". Además, afirmó que "para los internos, este gobierno era la última esperanza de que alguien los escuchara y se apiade de ellos".