Los jueces de la Corte Suprema, durante la apertura de sesiones ordinarias.
Los jueces de la Corte Suprema, durante la apertura de sesiones ordinarias. — Télam

Las nominaciones de Manuel José García-Mansilla y de Ariel Lijo para ocupar dos sillas en la Corte Suprema de Justicia hay que leerlas en clave de mayorías. El académico -conservador, liberal y con pasado en los estudios a los que acuden las empresas más grandes y los ricos más ricos del país cuando necesitan representación legal- sintoniza perfectamente con la línea que, desde su desembarco, intenta imponer -con mayor o menor éxito- Carlos Rosenkrantz. El juez federal, propietario de un juzgado en Comodoro Py y de un apellido con parcela propia en el panteón más sombrío de la familia judicial, es socio estratégico de Ricardo Lorenzetti. Dos mini sociedades que pueden derrumbar el poder que acumuló, hasta acá, Horacio Rosatti, a quien hoy mira de reojo el presidente Javier Milei y desconoce Mauricio Macri, furioso por lo que, entiende el expresidente, fue una apuesta fallida. Para ser comprobada, la estrategia de gestar una nueva mayoría en el máximo tribunal primero deberá pasar el filtro del Senado, donde se requiere sí o sí del OK peronista para cualquier designación. La maldición de los dos tercios, pensada para una estructura política y de reparto del poder que en Argentina no existe más y cuya reconstrucción, hoy, es semejante a un cuento fantástico.

Sin guerra ni paz. 

Macri y Patricia Bullrich llegaron a un acuerdo para repartirse el PRO en forma proporcional a su peso específico y evitaron así una guerra intestina, sin siquiera cruzar un mensaje de Whatsapp entre ellos. Los celestinos que desde diciembre pasado trabajan para juntarlos, fracasaron. Depende a qué tribu se consulte, el quiebre lo ubican en distintos puntos de la línea de tiempo. Para el expresidente, Bullrich traicionó su confianza cuando, con las urnas del ballotage todavía tibias, cerró su ingreso al gabinete de Javier Milei, puenteando las conversaciones que venía llevando él mismo para un acuerdo más grande y bajo su tutela; para la ahora ministra de Seguridad del Gobierno libertario, Macri detonó su relación cuando petardeó con fuego amigo su campaña presidencial, llenando de caricias significativas al entonces candidato de La Libertad Avanza (LLA) y hoy presidente de la Nación. Bajo el paraguas del PRO, Macri y Bullrich están unidos. Pero el vínculo entre ellos sigue roto.

Vetos y celestinos. 

Los celestinos (sin éxito) de Macri y Bullrich, los diputados Federico Angelini, Hernán Lombardi y Damián Arabia, fueron parte de otra mesa que logró la fumata blanca en el partido, sin necesidad de una "reconciliación entre papá y mamá", como bromeó un dirigente macrista, más tranquilo después de cerrada la lista de unidad. A esa mesa se sentaron Fernando de Andreis, Darío Nieto y Humberto Schiavoni (por Macri) y Juan Pablo Arenaza y Pablo Walter (por Bullrich). Un nombre hizo ruido toda la jornada: el de Arabia. Macri lo vetaba como vicepresidente del partido. "Si no entra Arabia, presentamos una lista propia aunque perdamos. Tenemos los avales", replicaban en las filas patricias. 

70-20-10. 

"Nosotros ganamos la interna, nos tienen que reconocer ese lugar", decían los negociadores de Bullrich. Del lado de Macri replicaban que cuando hubo un escarceo entre Milei y un dirigente de su partido (el gobernador de Chubut, Ignacio Torres) la ministra apuntó sus cañones en la misma dirección que el presidente en lugar de cuidar al propio o, de mínima, intermediar. "Tal vez debería presentar una lista, pero en LLA", retrucaban. El veto se levantó, Arabia entró como vice segundo y se firmó el armisticio. La lista de unidad es lo que se esperaba: una nómina halconizada, con todos los pesos pesados adentro, incluidos los gobernadores e intendentes del PRO, que pujan por un reconocimiento mayor para sus votos y su territorio. Según Bullrich, la cosa quedó "fifty-fifty", algo que no se verifica en la realidad. Los hombres de Macri describen un reparto 70-20-10, entre Macri, Bullrich y algunos "independientes", en ese orden.

La pastilla y el fantasma. 

Concluido el proceso de internas en el partido, el interrogante es qué hará Macri con el PRO. Si a Milei le va bien, el PRO será absorbido por LLA, como hizo Carlos Menem con la UCeDé en los noventa; y si a Milei le va mal, se extinguirá como el Frepaso después de la catástrofe política, económica y social que representó la Alianza. Esa lectura se expande. Un hombre que reconoce a Macri como su jefe político tiene otra teoría, en formato arcade. "Milei está como el Pac-Man cuando recién se come la pastillita, corriendo a los fantasmitas para comérselos; uno de esos fantasmitas es Mauricio", desarrolló su hipótesis el dirigente macrista. "Pero el efecto de la pastilla se agota. Y si el Gobierno no empieza a mostrar resultados, va a ser el fantasma el que termine corriendo al Pac-Man", concluyó. Cuesta imaginar cómo debería reordenarse el tablero para que esta optimista parábola se compruebe. Ver para creer.

Casi un adiós. 

Quien se quedó sin lugar en el partido que ayudó a fundar fue Horacio Rodríguez Larreta. "No te puedo acompañar", le dijo el exjefe de Gobierno a Macri el domingo, en una reunión cara a cara, después de largo tiempo sin verse. ¿A dónde no lo puede acompañar? A lo que Larreta ve como un destino ya resuelto: la incorporación oficial del PRO a la estructura de Milei. Fue un encuentro honesto, frontal y tenso. Nada de abrazos, ni añoranzas de mejores tiempos. La discusión giró en torno a la "identidad". Para Macri, Larreta contribuyó a que el PRO perdiera su identidad en la campaña y le cedió la bandera del "cambio" a la oferta electoral del León; para Larreta, la "identidad" del PRO no es la que Macri busca imprimirle, sino una posición negociadora, no violenta y abierta a la construcción con otros espacios. "Nosotros no éramos esto", se lamentó Larreta en esa reunión con quien fuera su jefe y amigo. 

Votos si, quórum no. 

"Tenemos 130, 131 votos contra el DNU; pero no tenemos los 129 para el quórum. Es una encerrona". La frase del diputado nacional socialista y santafesino Esteban Paulón, miembro del heterogéneo bloque Hacemos Coalición Federal (HCF), describe con precisión el escenario que se le presenta al mega decreto desregulador de Milei en la Cámara de Diputados, después del cachetazo que representó el rechazo del Senado. ¿Cómo se explica que haya votos para voltearlo pero no quórum para tratarlo? Básicamente, por dos razones. Una es que, a diferencia del Senado, la discusión en la Cámara baja del decreto 70/23 se dará en partidas simultáneas, junto con la nueva ley "ómnibus" -cuyo borrador el Ministerio del Interior ya hizo llegar a los gobernadores y referentes parlamentarios de la oposición "dialoguista" y que los de Unión por la Patria todavía esperan- el cambio en la fórmula jubilatoria o la restitución de la cuarta categoría del Impuesto a las Ganancias. La otra diferencia es que el peso relativo del peronismo es menor en Diputados y que, para gestar una mayoría, necesita trazar acuerdos con distintos bloques. Todavía hoy, la mancha venenosa del kirchnerismo impide conseguir quórum, incluso cuando haya coincidencias de fondo para tratar tal o cual proyecto. A eso habría que sumarle un matiz más: no es lo mismo sentarse a rechazar un DNU, pero dejarlo en vigencia, que votar para derogarlo.

Unos Pac-Man en el Savoy. 

Así como volvió la Ley Ómnibus a la Cámara de Diputados -tan recortada que a esta altura ya es una ley "combi" o "cochecito"-, volvieron los operadores del Pac-Man Milei al Hotel Savoy. Los lobbistas que se instalaron allí durante el verano, en lo que fue el primer y ruidoso fracaso libertario en el Congreso, dejaron las instalaciones tras el naufragio de la ley "Bases". Desde hace días volvieron los cafés entre funcionarios, legisladores y abogados de importantes estudios en esa meca de la rosca, ubicada en la esquina de Callao y Perón.

El puente Pérsico-Bausili. 

El Ministerio de Capital Humano anunció esta semana que iba a denunciar penalmente al jefe del Movimiento Evita, Emilio Pérsico, por haber atendido durante el gobierno de Alberto Fernández en los dos lados de un mismo mostrador: como funcionario del extinto Ministerio de Desarrollo Social prorrogó subsidios para cooperativas de las que formaba parte. El propio Pérsico admitió este "error" -así lo calificó- administrativo. Paradojas de la comunicación libertaria, el comunicado oficial de la cartera que conduce Sandra Pettovello dice que la denuncia se basa en "la condena firme existente en la Oficina Anticorrupción (OA)". En el universo Pettovello, la OA emite "condenas" y no resoluciones que, en todo caso, pueden ser insumo para una investigación judicial que, puede o no, derivar en una "condena", potestad exclusiva de jueces y juezas. Lo que pesa sobre Pérsico es una resolución por conflicto de intereses, similar a la que en su momento recayó sobre el actual presidente del Banco Central (BCRA), Santiago Bausili quien, como secretario de Finanzas del Gobierno de Macri, contrató al Deutsche Bank para colocar deuda argentina mientras seguía cobrando de esa misma entidad financiera, en la que trabajó y de la que aún cobraba, cuando era funcionario, como accionista.

La burócrata verticalista. 

El lunes 18, mismo día de la denuncia a Pérsico, se publicó en el Boletín Oficial el decreto 259/24, mediante el cual Milei designó como directora de Planificación de Políticas de Transparencia de la OA a Ana Carina Larocca, una funcionaria de carrera que conoce al milímetro el funcionamiento de los expedientes en ese ente descentralizado. La contrataron por su expertise. Si el Gabinete de Macri fue un compendio de conflictos de intereses, el de Milei no tiene nada que envidiarle en esa categoría. Durante la gestión Cambiemos, Larocca fue la responsable en la OA de desactivar cualquier caso que pudiera complicar a funcionarios de la gestión macrista. Ese paraguas cubría, sobre todo, a dos personas: Bausili y Luis "Toto" Caputo. La protección hacia Bausili y Caputo no era por fervor militante: Larocca es una burócrata verticalista que no dudó en cumplir las órdenes de Laura Alonso, la no abogada que logró eludir la reglamentación y llegar a la conducción de la cartera anticorrupción. Así, por ejemplo, desoyeron los insistentes pedidos del juez Sebastián Casanello para incorporar un dictamen de la OA a su investigación judicial sobre los conflictos de intereses de Bausili en la era Macri. Cuando el Frente de Todos llegó al Gobierno, a Larocca la sacaron de la OA. Ahora recuperó las funciones que cumple con eficiencia envidiable. Marche otro paraguas.